A lo largo de la historia educativa se ha recurrido a diferentes recursos con el objetivo de garantizar la llegada, procesamiento y retención de los conocimientos para lograr un aprendizaje exitoso en los estudiantes.
Uno de ellos siendo la práctica en sí, donde se aplican los conocimientos obtenidos en situaciones hipotéticas que los requieran para su solución, sin embargo, gracias al uso de nuevas tecnologías dentro del ámbito educativo, estas situaciones hipotéticas con el fin de practicar han sido transformadas en simuladores.
Un simulador se define como un aparato, dispositivo o medio que imita el funcionamiento y/o operación de otro aparato, dispositivo, medio o situación real a través del total control de las condiciones de la simulación.
Gracias a los avances en la tecnología 3D e incluso de realidad aumentada, en la actualidad se puede contar con gran gama de simuladores informáticos que dan la oportunidad de simular situaciones con parámetros de riesgo elevados que el estudiante puede realizar desde la seguridad y comodidad de un equipo o dispositivo multimedia.
Desde simuladores de prácticas de laboratorio de química hasta simuladores de estructuras arquitectónicas complejas, todos se rigen bajo el mismo principio de brindar la oportunidad al estudiante de aplicar sus conocimientos de forma práctica y segura en un entorno controlado permitiendo el total control de las variables y parámetros con el cual logra obtener un resultado, positivo si se logró aplicar de forma correcta los conocimientos aprendidos con la posibilidad de dar un refuerzo positivo; o negativo si presentó algún error en la ejecución o simplemente el estudiante no comprendió el tema a realizar y el resultado no salió como lo planeado, sin causar ningún percance, se puede repetir con la opción de haber recabado información sobre los errores.
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